Al principio no era todos los días y yo miraba ansiosa el correo para ver si había llegado. Ahora no falla ni un solo día. Podría pensar que cada mañana, al despertar, se acuerda de mi, pero tengo la sensación de que para él se ha convertido en una rutina y escribe un mensaje de forma automática, como lo hacen los servidores de correo cuando los programas para que respondan un mensaje indicando que estas fuera de la oficina.
El domingo no hubo mensaje. El sonido de un whatsapp sonó antes de las diez de la mañana. Me extrañó que lo hiciera porque a esa hora tenía que suponer que yo estaría durmiendo todavía, aunque lo cierto es que había pasado una mala noche y el calor me había tenido despierta la mayor parte del tiempo.
Sin duda quería una respuesta inmediata, cosa que no obtenía con el correo electrónico, y su objetivo no era otro que un nuevo encuentro.
Tengo que poner fin a todo esto.
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