La semana no ha ido bien. La repentina muerte del padre de un amigo me ha hecho pensar en lo frágil que es la vida y lo grande que es la resistencia humana. Pero todos tenemos un límite y el sobrepasarlo puede llevar a algunos a terminar con su vida.
Sin duda es un acto egoísta, porque al poner fin a su dolor acaba causando el dolor en aquellos que más le quieren.
Y la vida sigue para los demás. Y F.F. se casa este fin de semana. Desde que me lo dijo pensé que, como dicen en México, del plato a la boca se cae la sopa. No sería la primera vez que los planes de boda se van al carajo por cualquier cosa. No sé porqué pienso en esto, si en realidad yo ya no querría nada con él. Me estoy convirtiendo en el perro del hortelano que ni come ni deja comer, pero no soporto que le vaya bien.
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Las mañanas en el trabajo son muy largas y en las dos últimas semanas no hablo con casi nadie. E.E. está disfrutando de sus merecidas vacaciones y le echo de menos, aunque esto no se lo voy a decir nunca.
Otra vez viernes... aprovecharé para escaparme a la playa y relajarme escuchando el susurro del mar.
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