domingo, 17 de agosto de 2014

A media luz

Después de la cena con el fresquito de la terraza, he cogido el coche (las llaves estaban en el fondo del bolso, que no es el fondo del mar pero cuesta lo mismo encontrarlas) pues, como decía, he cogido el coche y he puesto la calefaccion! Un dia no se cuantos de agosto. No se en que dia vivo.

Al llegar a casa me encuentro el salón con menos luz que en la terraza en la que había cenado. De los cinco halógenos ya hace años que uno no iba ni a la de tres. Justo antes de salir a cenar ha muerto otro de los halógenos, pero al volver a casa, como si se tratara de una epidemia, había caído otro. Ahora que caigo igual tiene algo que ver con la obsolescencia programada... 

Bueno, a lo que iba. Con el salón a media luz como el tango, he decidido buscar los halógenos de repuesto que perdi hace tiempo y ¡eureka! Han aparecido. El caso es que estos eran para poner sin transformador. ¿Que se hace en estos casos a las doce y media de la noche? Una persona normal apagaría la luz o lo que queda de ella y se iría a dormir. Pero yo que soy más rara que un perro verde me he puesto como una loca a quitar transformadores y cambiar halógenos. 

Ahora tengo el salon mas iluminado que nunca aunque  creo que mañana tendre agujetas en los hombros de estar trabajando en el techo, y en las piernas de tanto subir y bajar la escalera.

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