La vida es rutina. Es como ese día de la marmota... todos los días se repite el mismo ritual. Voy en coche al trabajo y ya no me fijo ni las calles por las que paso. Después busco un sitio donde aparcar, ahora en agosto es fácil, todo el mundo está de vacaciones y las calles están desiertas. Solo deben quedar los conductores más torpes que circulan con una lentitud exasperante a esas horas de la mañana.
Como todas las mañanas, antes de entrar a trabajar, entro en el café de la esquina y pido uno solo. Así de sencillo. Ni siquiera lo pido con sacarina, porque ya hay sobre la barra unos boles con sacarina y azúcar de todo tipo. Solo hay que cambiar el sobrecito correspondiente.
Hoy, como otras mañanas, mientras tomo mi café ha entrado esa mujer, con su propia rutina a pedir lo de siempre... un café solo descafeinado largo con hielo en vaso alto. Creo que no se puede hacer mas complicado.
Me he quedado mirando mi café, dando vueltas con la cucharilla para disolver la sacarina. Así, simple. Para complicaciones ya tengo bastantes en la vida.
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