lunes, 18 de noviembre de 2013

Necesidades

Ya no sé que pensar de S.C. No puedo decir que me desconcierte, porque llega un momento en que ya nada nos sorprende.

A veces me parece que un sentimiento de culpa le obliga a alejarse de mi. Me evita, y todo son escusas... el trabajo, sus ocupaciones, su situación... Cualquier día me dirá eso de "No eres tu... Soy yo... Tu vales mucho... Eres una mujer maravillosa... Mereces algo mejor..." Y desaparecerá de mi vida.

Y otra vez volveré a perderlo todo sin haber tenido nada. 

Hoy me ha dicho "lo siento" porque apenas me ha enviado un whatsapp. Como si hablar conmigo fuera una obligación, y se estuviera convirtiendo en una rutina... en un castigo. 

Empiezo a sospechar que ya no le hago falta.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Visita sorpresa

Ayer tuve una conversación con F.F. con total normalidad. Como amigos de toda la vida, como lo habíamos hecho tantas veces. Me contó que esta haciendo un curso, que tiene todas las tardes ocupadas... Le pregunté si era interesante, si estaba aprendiendo cosas nuevas, si creía que iba a serle útil...

Fue una charla distendida y cómoda. Tal vez las cosas vuelven a la normalidad y podemos ser amigos. 

En mitad de la conversación dejó caer que el curso lo tenía cerca de mi casa. Ya había hecho algún curso alli, cuando estábamos saliendo, y yo le había acompañado y nos habíamos tomado un café en el descanso. 

Mi imaginación empezó a funcionar y le vi plantado en la puerta de mi casa... Como estaba cerca pensó en hacerme una visita de cortesía, darme una sorpresa y fumar la pipa de la paz. Al llegar alguien estaba llamando en el telefonillo y F.F. aporvechó para entrar en aquel portal como había hecho tantas  veces. Subieron juntos en el ascensor... casualmente los dos iban al mismo piso. 

S.C. llamó al timbre sin dar tiempo a reaccionar a F.F. que no sabía donde meterse. En aquel instante se dio cuenta que no había elegido un buen momento para ir a verme y que tal vez hubiera sido mejor avisar con una simple llamada de teléfono. Yo abrí al puerta descalza y con un camisón de raso negro que me había puesto para sorprender a S.C., pero no sé quien fue el más sorprendido... de los tres.

Ayer por la tarde S.C. vino a verme. Por suerte no había nadie más en la puerta.